1810 – 25 de mayo – 2019. Por una nueva Independencia: romper con el FMI y los pactos coloniales

Otro 25 de mayo. Otra fiesta patria. El 209° aniversario del inicio de la gesta independentista que nos dio origen como nación soberana y que llevó, seis años después, a la firma del Acta de la Independencia en el Congreso de Tucumán. El comienzo de una historia que, a través de enormes luchas, internas y externas, de muchas contradicciones, emancipó a un pueblo que aspiraba a ser soberano. Que obligó a sus congresistas a corregir la primera declaración que solo mencionaba “una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli” y agregarle, para que no quede ninguna duda, “ y de toda dominación extranjera”.

En sus 200 años la Argentina tuvo momentos de relativa independencia de las metrópolis imperialistas. Una independencia relativa al formar nuestro país parte de un mercado mundial capitalista, pero que le permitió inicialmente desarrollar sus fuerzas productivas, en un grado que difícilmente hubiera logrado sin romper políticamente con los centros del poder mundial.

En el siglo pasado las banderas de la independencia, que como en todas las revoluciones democrático burguesas de los siglos XVIII y XIX fueron levantadas por la burguesía entonces revolucionaria, pasaron a manos de la clase trabajadora y de los pueblos, en sus luchas contra la penetración y explotación de los capitales multinacionales. Las “burguesías nacionales” fueron perdiendo todo juego independiente y aquellos fenómenos políticos que, como el peronismo, utilizaron la enorme lucha antiimperialista del pueblo argentino para ponerla al servicio de disputar cuotas de ganancia con el imperialismo dominante, a lo largo de su historia se fueron transformando y dieron origen al gobierno del abiertamente neo liberal y pro imperialista de Menem y sus las “relaciones carnales”.

Distintos son los mecanismos de explotación y control que el imperialismo ha desarrollado sobre los países que, como en el nuestro ejerce su dominación. Desde el “pacífico” intercambio comercial desfavorable entre los dueños de la tecnología mundial con las materias primas de los países pobres, la firma de pactos políticos coloniales o directamente el envío de flotas armadas hasta los dientes como los ingleses hicieron durante la Guerra de Malvinas. Las exportaciones de capitales de las metrópolis para explotar la mano de obra local, el diseño de economías fundamentalmente extractivas con poca industria, el control financiero de los mercados y un largo etcétera.

Pero quizás su arma más moderna y mortífera fue la creación de las “deudas eternas”, en gran medida estafas abiertas realizadas en complicidad con el poder gobernante en cada país, cuyo verdadero negocio es producir más y mayor endeudamiento refinanciando capital o intereses a tasas usurarias y quedarse en el camino con el control de la economía y los recursos del país. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que los últimos 40 años de nuestra historia están cruzados por la lucha de nuestro pueblo contra este mecanismo de dominación y la dependencia, explotación y pobreza que trae aparejado.

Argentina, una semicolonia gobernada por Macri, el PJ o los K

La generación de una enorme y fraudulenta deuda externa, que pegó un salto en la última dictadura y que fue acrecentada por todos los gobiernos posteriores, ha estado presente en todas las luchas de los trabajadores y el pueblo argentino de las últimas décadas. El fallo del juez Ballesteros – a partir de la denuncia de Alejandro Olmos- que obligaba al Congreso a investigar el carácter ilegitimo y fraudulento de la deuda, fue desconocido e incumplido por la clase dominante argentina y los sucesivos gobiernos desde el 2000 hasta la actualidad.

Con Macri la dependencia y miseria de nuestro país pegaron un enorme salto. Si alguno tenía dudas del grado de dependencia imperialista, por el reciente acuerdo con el FMI ninguna decisión económica de importancia puede ser tomada sin el acuerdo con Christine Lagarde, convertida así en la nueva emperatriz de nuestros territorios. Lo “negocios” del FMI están muy lejos de ser el de un buen prestamista de última instancia para asistir economías en problemas como se pretende pintarlo, sus préstamos conllevan el control total de la economía a la que asisten. Por eso el primer efecto del nuevo pacto, luego de una generosa y multimillonaria “fuga de capitales”, es un gran sacudón a los salarios, los presupuestos de salud, educación, planes de vivienda, puestos de trabajo innecesarios para los negocios imperiales.

La debacle irreversible en que ingreso la administración macrista luego de la firma de este pacto con el FMI, aceleró a full la pendiente en la que ya había entrado luego de las enormes movilizaciones de fines de 2017 contra su reforma previsional. Su enfrentamiento a los sentimientos y la experiencia del pueblo de nuestro país contra los planes del FMI, la magnitud del ajuste pactado, obligó a aquellos políticos del PJ y el FpV que apoyaron en su momento los acuerdos con los “fondos buitres” a tomar distancia, aunque muchos de los gobernadores de Alternativa Federal o que apoyan la nueva fórmula de Cristina prestaron sus votos para que se apruebe el Presupuesto 2019 que avaló el acuerdo.

Para luchar por un país soberano, romper con el FMI

Desde Kicillof y Alberto Fernández, pasando por Alternativa Federal o Lavagna, los principales candidatos o precandidatos se han pronunciado por cumplir el acuerdo con el FMI y en todo caso renegociar sus vencimientos que a partir del 2020 son “impagables”. O sea, en acumular más deuda en intereses y seguir subordinando nuestro país a las condiciones que el Fondo exige.

Todos los candidatos opositores hablan de terminar con la pobreza, etc., que Macri generó. Lo que no dicen es como hacerlo sin dejar de pagar la sangría de la deuda y romper los acuerdos económicos pactados que hoy están dejando un tendal de industrias cerradas, miles de puestos de trabajos perdidos, retroceso y estancamiento de los salarios y el circuito productivo, ajuste brutal del estado, en medio de una crisis económica mundial, que “crisis comercial” mediante, reduce el precio de las materias primas locales y no hay “cosecha récord” que alcance para frenar semejante derrumbe. Alberto Fernández junto a Cristina acaban de repetir este libreto de promesas vacías en su breve presentación electoral en Merlo.

En realidad, lo que les preocupa a todos los que, más allá de sus discursos electorales, pretenden sostener este sistema capitalista, es como van a hacer para frenar el enorme descontento que millones de argentinos tienen con las actuales políticas de hambre y miseria devenidas del actual pacto con el FMI. Como van a hacer -en caso de que los barquinazos de la crisis no coloquen nuevamente a la Argentina al borde del colapso y puedan llegar con lo justo a la trampa electoral-, cuando el conjunto del pueblo sienta que las miserias que le han sido impuestas no se pueden soportar más, cuando se caigan todas las ilusiones y los muros de contención de la traidora CGT y de todos aquellos que hoy llaman a postergar la pelea para favorecer la candidatura de Fernández – Fernández, sean definitivamente desbordados.

Por eso Macri intentó citar a todos los referentes para que sostengan sus acuerdos sin suerte, ya que hasta muchos de sus mejores amigos del PJ (salvo alguna excepción como Schiaretti) no quisieron quemarse en medio del proceso electoral. Por eso Cristina habla de un nuevo “Contrato Social” poniendo como ejemplo aquel Pacto Social que los gobiernos peronistas de la década del 70 les impusieron a los trabajadores con la colaboración de la CGT, para que pararan de luchar por sus salarios y derechos a cambio de la falsa promesa de que los empresarios no aumentarían los precios. O el llamado de la Iglesia en este Tedeum del 25 de mayo “a un gran pacto nacional”.

Los socialistas del MST en este nuevo aniversario del 25 de mayo, llamamos a que Macri y el FMI se vayan, al tiempo denunciamos que detrás de esa convocatoria a un “gran acuerdo” se pergeña una nueva frustración. Porque tras la promesa de terminar con el ajuste de Macri, se preparan para continuar el centro de su política, el acuerdo con el FMI y el pago de la fraudulenta deuda externa.

En todo caso, lo que se necesita es un “acuerdo” de signo opuesto a ese que promocionan.  Un acuerdo de unidad de clase, con los trabajadores y sectores en lucha, con el sindicalismo combativo y la izquierda obrera y socialista, con las mujeres, los jóvenes, las disidencias y los sectores populares, por un programa anticapitalista, para luchar y lograr romper con el FMI, nacionalizar la banca y el comercio exterior, y desarrollar un plan económico que privilegie el trabajo, el salario, la salud y educación de los argentinos en detrimento de los intereses de los capitalistas extranjeros y sus socios nacionales.

Gustavo Giménez