Espejitos de colores. Impuesto Patria: más que insuficiente

Impulsado por los diputados K, el gobierno analiza aplicar un impuesto a la riqueza, llamado pomposamente Impuesto Patria. Sería por única vez y esperan recaudar U$S 2.500 millones de dólares. ¿Se podrá llevar adelante? ¿Esa es la salida para la emergencia económica y sanitaria que vivimos? Nuestra opinión al respecto.

Escribe: Gerardo Uceda

Desde hace unos días en boca de los diputados del Frente de Todos, Carlos Heller y Hugo Yasky, aunque desde distintas ópitcas y encomendados por Máximo Kirchner; el Gobierno estudia aplicar por única vez un impuesto a las grandes fortunas personales, que iría desde el 1% en los menos ricos hasta el 5% en los más ricos. Aún no tienen fijados exactamente los alcances del impuesto, pero alcanzaría según ellos mismos declaran no más de 200 personas multimillonarias del país y sería de carácter extraordinario. Con el impuesto, aplicado por única vez, esperan recaudar unos 2.500 millones de dólares para hacer frente a la emergencia sanitaria y económica que afrontamos. Desde el kirchnerismo tratan de ponerse a la izquierda y contraponerlo a la propuesta de Massa que propuso un impuesto a «la política», que tan sólo recaudaría unos $200 millones.

Desde el MST en el FIT-U queremos decir de arranque nuestra opinión: Esta propuesta es en el mejor de los casos absolutamente insuficiente para la magnitud de la crisis actual y mucho más insuficiente aún para sacarnos de la misma de aquí en adelante. Veamos por qué.

Limitaciones y engaños

Partamos de la base que, por la gran capacidad de lobby de los grandes ricos y empresarios, es muy difícil que el impuesto se pueda aplicar sin que haya una feroz resistencia de estos sectores.

Pero además, al ser planteado como un impuesto extraordinario, por única vez, aunque se aplicase y se recaudase el total de lo que pretenden, esto sería unos 2.500 millones de dólares. Esta cifra es equivalente a lo que se pierde por día en esta situación de pandemia, cuarentena y crisis económica. Y es mucho menos de lo que el gobierno pagó de deuda en estos meses y de lo que se apresta a pagar en los venideros, por ejemplo. Ni hablar entonces que no alcanza para sacarnos de la crisis a futuro.

Por otra parte sólo alcanzaría a unos 200 megamillonarios, entendidos como personas físicas, es decir a su fortuna personal. No hablan todavía de afectar las ganancias de las grandes empresas y corporaciones.

Digamos también que, por la ubicación en la producción de estos personajes, generalmente dueños de grandes empresas que son formadoras de precios, es seguro que para no perder ellos, lo que terminen haciendo sea trasladar a los precios este uno por ciento o más que les saca el impuesto, de manera que el mismo lo estaríamos pagando los trabajadores y el pueblo.

Para no abundar digamos que el porcentaje y la progresión del mismo en función de las fortunas parece un chiste: del 1 al 5%! Mientras que cualquier trabajador que supere los $56.000, es decir apenas por encima de la línea de pobreza, ya aporta mucho más que el 1% de sus ingresos, o cualquier profesional o negocito mediano que esté inscripto en ganancias aporta el 35%, nos quieren vender que la gran solución es sacarle el 1% a los 200 más ricos del país.

Una verdadera reforma tributaria

Nuestro país se caracteriza porque la mayor parte de los ingresos del Estado provienen del pueblo y los trabajadores. Esto es así porque el IVA que pagamos todos por igual, ricos y pobres, es la mayor entrada tributaria. También porque los trabajadores aportan a través del impuesto a «las ganancias» de su propio sueldo apenas superan la línea de pobreza y, además, aportamos para la obra social y para la jubilación (mientras a los empresarios se les bajaron desde hace décadas las contribuciones que hacían por esa vía). Esto, aunque no lo digan, es distinto de los países más desarrollados que los partidos del régimen ponen como ejemplo, donde en Suecia el 64% de los ingresos provienen de las grandes empresas y hasta en el propio EEUU esta cifra supera el 54%, mientras que en nuestro país no llega al 40%. Por lo tanto cualquier reforma tributaria que propongamos, debe empezar por corregir esta enorme desigualdad donde los más pobres somos los que sostenemos al estado mientras los ricos pagan menos y evaden más. Anulando el IVA a los productos de consumo masivo y popular y el impuesto al salario.

Proponemos también que se deje de pagar la fraudulenta deuda externa, sobre la que ya hemos escrito muchas veces, pero que representa desde este ángulo, la mayor erogación que hace el Estado a los buitres de los mercados internacionales, desatendiendo las necesidades del pueblo y que suma cifras diez veces superiores a lo que pretenden recaudar por medio de este impuesto.

Ellos mismos dicen sacar los datos de la revista Forbes y mencionan que en el extranjero estas fortunas y otras empresas tienen depósitos que equivaldrían al total de la deuda externa del país. Esta enorme cantidad de dinero (más de 330.000 millones de dólares), como todos sabemos y hasta el mismo Macri tuvo que reconocer a través del blanqueo que hizo su gobierno, lo han logrado mediante maniobras de evasión y fuga de capitales. Proponemos, entonces, repatriar todo ese dinero bajo pena de confiscación y expro-piación de todos sus bienes y empresas en el país.

Pero también hay que atacar la fuga de capitales, fuente principal e inobjetable de las fortunas que tienen en paraísos fiscales y el extranjero en general. Esto lo pueden realizar fundamentalmente a través de la banca privada y maniobras sobre las facturaciones del comercio exterior. Por lo que proponemos nacionalizar la banca y el comercio exterior bajo el control del estado y los trabajadores.

Y en cuanto a la reforma tributaria propiamente dicha, tenemos que avanzar seriamente si pretendemos hacer frente a la crisis sanitaria provocada por la pandemia y a la económica producida por el freno de la economía debido a la cuarentena y que no tiene fecha cierta de salida según reconoció el propio AF. Por eso decimos que hay que acabar con el negocio de la banca privada que en nuestro país arroja cifras record mundiales del 36%, gravar la renta financiera de los grandes depósitos, imponer impuestos realmente progresivos a las grandes fortunas y a las grandes ganancias empresarias, ya sean nacionales o extranjeras. Gravar también de forma progresiva la renta de la tierra, es inadmisible que las tierras más fértiles del mundo de la pampa húmeda Argentina tributen menos por superficie que un departamento en el gran Buenos Aires, avanzando en una reforma agraria para darle la tierra a quien la trabaje, evitando la hiperconcentración que hoy presenta. Hay que gravar también de manera progresiva la renta inmobiliaria, donde se da la paradoja de gente hacinada en pequeñas casas o sin vivienda en medio de la pandemia, mientras los ricos tiene 20-100 o 1.000 viviendas pagando exactamente lo mismo de impuestos por cada una de ellas.

Medidas como éstas son el único punto de partida realista para lograr los recursos necesarios, no sólo para hacerle frente al coronavirus, sino para sacar al país de la crisis económica que lleva años y que la pandemia agravó. El Impuesto Patria para afrontar la crisis, con sus 2.500 millones de dólares por única vez, es como querer tratar al coronavirus con aspirina, o como dijo el mismo Heller «no alcanza ni para alcohol en gel».