Negociación de la deuda: El virus que ataca a Argentina
El gobierno hizo una propuesta de pago a los acreedores externos, la que muestran como “agresiva” y cuasi revolucionaria. Reconocen que el país no puede pagar. Hablan de una quita del 62% y 3 años de gracia. Pero, ¿es realmente así? ¿No hay otra que negociar y pagar?
Con bombos y platillos, sentado junto a Cristina, Larreta y los gobernadores del PJ, la UCR y el PRO bancando, Alberto Fernández presentó su propuesta para pagar la deuda. La intentan mostrar como muy agresiva hacia los mercados, cuasi revolucionaria. Hablan de una quita (o rebaja) del 62% de los intereses, de un período de gracia de 3 años donde el gobierno pide no pagar, una quita de capital de solo el 5% y una baja en la tasa de interés que iría del 0,5% al 4,75%.
Como reconocen, la razón de esta propuesta es que “hoy la Argentina no puede pagar nada”, como dijo el ministro de Economía, Guzmán. Pero no podía antes, menos ahora con la crisis sanitaria ni lo podrá hacer más adelante, agregamos los socialistas del MST. Eso sí, aclaran que es una propuesta sujeta “a negociación”, que los bonistas o el FMI pueden rechazarla y entonces, definitivamente pagaríamos más.
¿Por qué desde el FMI al Papa hablan de condonar o suspender pagos?
La Argentina apura esta negociación en plena pandemia, viendo que sería un buen momento para que corra y tratar de figurar como que consiguió una negociación “beneficiosa”. El capitalismo imperialista estaría más preocupado por la pandemia que hundió la economía mundo, que por la deuda externa de nuestro país.
Hasta el FMI dice que podría aceptar una rebaja en los pagos y sugiere lo mismo a los bonistas. Suena razonable argumentar que, en la mayor crisis sanitaria en 100 años, con las economías paradas y la necesidad de aumentar los gastos en salud, no hay plata para pagar.
Además del FMI, el Banco Mundial, gobiernos imperialistas y el Papa deslizan que podría condonarse alguna deuda o analizar suspender pagos. Pero ojo con hacerse ilusiones, eso no corre para grandes deudas como la de Argentina, sino para países pobres. La intención de la usura externa es “apretar pero no ahorcar”, como dice el dicho. Es decir, ante la crisis e imposibilidad de pago de muchos países, prolongar algún plazo, aceptar alguna quita, pero asegurarse cobrar siempre.
Es regla de oro del imperialismo que, para su recuperación post crisis, requieren la inyección de flujos de capital desde países periféricos endeudados. Y por eso podrían aceptar que paguemos a un ritmo más lento, pero que paguemos.
Alberto dice ahora que no podemos pagar por la pandemia, pero la verdad es que antes tampoco estábamos en condiciones de pagar y así lo dijimos desde el MST en el FIT Unidad, incluso en la campaña electoral. Cuando Alberto decía que esa plata “se la llevaron sus amigos presidente Macri, y algún día le va a tener que explicar a la Argentina dónde se fueron esos dólares” (ver video). Lo dijo en ambos debates presidenciales, denunciando que la deuda de Macri era ilegítima, la fugaron y deberían rendir cuentas[1].
Pero apenas asumió hizo lo contrario a lo prometido. Su política fue ajustar, primero a los jubilados, pero también congeló los presupuestos de salud y educación, no aumentó los planes sociales ni la inversión en asistencia a comedores, dio un aumento “a la baja” a 1,2 millones de docentes y hay provincias enteras sin aumento, igual que en estatales. Y empezó a negociar con los bonistas, mientras les pagó más de U$S 3.800 millones en los tres primeros meses. Todo bajo su línea de “crecer para pagar”.
Ante las encuestas que cuestionan la deuda y al FMI, con un 70% que pide investigarla y nuestro reclamo de no pagar y de una auditoria social, al iniciar marzo Alberto y su ministro Cafiero dijeron que en 15 días saldría una investigación del Banco Central, “sobre el nivel de deuda que se tomó y cuáles fueron los destinos de esa deuda». Ya que la plata «en puentes y en infraestructura no está. Claramente fue a la de creación de activos en el extranjero. En castellano fuga», aclaró Cafiero[2]. Pero sería otra puesta en escena para zafar frente al reclamo social por una deuda odiosa.
Hoy, en medio del coronavirus y habiendo pagado miles de millones, Alberto reconoce lo que dijimos siempre: Argentina no puede pagar. Tarde, porque con esos recursos invertidos en salud, hubiéramos estado en mejores condiciones para afrontar la pandemia.
¿Cuáles son los números reales de la oferta a los bonistas?
Primero, aclarar que no se negocia el total de la deuda que supera los U$S 322.000 millones, sino unos U$S 67.000 millones de pronto vencimiento. Los que no entraron en las negociaciones anteriores como la de Kirchner-Lavagna. Los más de U$S 250.000 restantes no se discuten por exigencia de los bonistas. Así, todas las cifras que dan sobre plazos, pagos y quitas se refieren a ese monto, lejos del total de la deuda que nos asfixia hace años y alcanza casi al 100% del PBI del país.
¿Por qué los buitres aceptarían una quita de unos U$S 3.600 millones de capital y U$S 37.000 millones de intereses…? Si es que aceptan sin chistar, cosa poco probable, eso solo sería factible porque el valor actual de los bonos argentinos es del 20% al 25% de su precio nominal. Es decir, si tengo un bono argentino a cobrar por 1 millón, lo podría vender apenas en 250 mil. Entonces, si Alberto ofrece pagarme el 95% del capital y un interés del 38% del pactado, es un gran negocio para los bonistas.
Segundo, porque los intereses pactados fueron usurarios. Al considerar al país “de alto riesgo”, para prestarnos ponían intereses 10 a 15 veces por encima del mercado mundial. Dicho de otra forma, si Alemania pide plata le cobran 2% anual, a Argentina el 20%. Entonces, cuando Fernández habla de una quita del 62%, sería sobre ese 20% de interés que cobran al país, por lo que ofrece pagar un interés del 7,6% anual (tres veces más del que pagaría Alemania, por ejemplo). Ergo, negocio redondo y multimillonario para los acreedores.
Tercero, como Argentina ya viene pagando altísimos intereses durante años, los acreedores ya se han cobrado gran parte, a intereses del 10% a 15% mayores. Además, esos intereses usurarios por un “riesgo país” por las nubes, explican el crecimiento exponencial del volumen total de la deuda. Por eso aceptan una quita mínima del 4,5% del capital, porque lo vienen cobrando con creces. Y Alberto les asegura pagarles el 95.5% del capital. Ergo, negocio redondo.
Cuarto, la otra trampa de la letra chica son los años de gracia e intereses a pagar. Piden poder pagar a partir del 2023, pero no dicen que en ese tiempo corren intereses. Luego afirman que pagarían con un 0,5% de interés inicial y luego pagarán el 4,75%, lo que elevará rápidamente el volumen de deuda otra vez. Así pasó con la negociación K donde, al cabo de 4 años, había mayor deuda que al inicio.
La salida es un default soberano, unilateral
Cualquiera intuye que la deuda es el gran virus del país. Que es ilegítima, ilegal y fraudulenta lo decimos hace años. Lo demostró Alejandro Olmos en la justicia federal. Y hasta Alberto lo dijo en campaña. El problema es que ante eso hay dos salidas: Con Macri y la derecha, fue pagar sin chistar. Con Fernández también es pagar primero, amenazar para negociar, pero seguir pagando hacia adelante, lo que la derecha banca también. Mientras desde la izquierda y el MST decimos que la salida es declarar un default soberano y unilateral de toda la deuda. Para pagar la deuda con la salud y nuestro pueblo.
Nos dicen que eso es utópico, que nos bloquearían, invadirían, nos caeríamos del mundo y habría una miseria general. Todo falso. Porque somos cada vez más pobres justamente por pagar la deuda, que equivale a la riqueza que produce el país en un año.
Segundo, cuando Argentina no pagó, no pasó nada de eso que dicen. Hoy, hasta Alberto reconoce que estamos en “default técnico”, incluso desde 2019 con el reperfilamiento macrista. Y si tomamos el ejemplo del 2001, se pudo dejar de pagar. No fue utópico, lo votó por aclamación el Congreso con mayoría peronista y radical, no del MST.
Además esos 4 años sin pagar deuda, hasta que vino la negociación de Kirchner, le significaron al país un superávit anual superior al 7% y 8% del PBI. Lo que, aún a cuentagotas, les permitió a Duhalde y Néstor dar millones de planes sociales, de subsidios, de servicios y tarifas públicas accesibles. Justamente, fue después de la negociación K y de volver a pagar, que acabó el superávit, vino la crisis del 2008-2009 y la deuda trepó en U$S 150.000 millones nuevos, hundiendo otra vez al país.
Con descaro el gobierno dice ahora lo que se podría hacer si se ahorran U$S 4.500 millones en este 2020 (ver gráfico). Se podría triplicar el presupuesto en salud, sumar casi 400 mil respiradores, toneladas de alimentos… Lo que no dice es que ya pagó U$S 3.800 millones. Tampoco dice lo que podríamos hacer si declaramos el “default soberano” sobre los U$S 67.000 millones de esta negociación. Ni hablar sobre los U$S 322.000 millones de deuda total.
Más que invadirnos, son los capitalistas quienes tienen más que perder. Para impedir que las corporaciones y banqueros fuguen ganancias, hay que nacionalizar la banca y el comercio exterior, bajo control público. Y poner impuestos progresivos a las corporaciones, grupos sojeros, grandes fortunas, la bolsa y renta financiera de grandes depósitos.
Esos recursos que nunca tocan, son mucho más que el “ahorro” que habría con esta negociación. Permitirían triplicar el presupuesto en salud para enfrentar la pandemia, también el de educación para invertir en tecnología y conectividad. Bajar las tarifas, previa nacionalización de las privatizadas. Y aumentar salarios, jubilaciones y planes sociales para cubrir la canasta familiar, actualizados por la inflación real. En definitiva, lo utópico es insistir con que saldremos de ésta con más de lo mismo, pagando deuda.
Por: Gerardo Uceda
[1] Alberto Fernández, debate presidencial. Buenos Aires. Ámbito, 13-10-2019.
[2] La Nación, 2/03/2020. El Gobierno confirmó que el Banco Central ya investiga a Macri por la deuda