Zona Sur: un mes de aislamiento, una cuarentena sin derechos

Zona Sur: un mes de aislamiento, una cuarentena sin derechos

No solo  acumulamos días de encierro, también  en el mundo laboral se acumulan los cierres, las suspensiones, rebajas salariales, despidos, deudas y dudas. Una cuarentena sin derechos laborales, pero tampoco priorizando la vida, la salud, ni garantizando los alimentos.

Andrea Lanzette

El frigorífico Penta, se hizo popular en estos días lamentablemente por el cierre sorpresivo por parte de la patronal, y la terrible respuesta recibida, de represión, por parte del gobierno provincial. Pero no es el único caso. La Zona Sur del Gran Buenos Aires, no escapa a la lógica general de la provincia, ni del país. La llegada del Covid-19 modificó cualquier plan, y las condiciones estructurales en salud, hicieron necesaria   la cuarentena obligatoria. Para muches era lógico  decretarla, y hasta es natural que la gente busque cumplirla al máximo ante el miedo a una pandemia que se cobra cientos de muertos por día en el mundo. Pero la cuarentena en sí misma, desnudo el nivel de precariedad laboral, la cantidad de trabajo informal o en negro que hay en nuestro país, sumado a una pobreza que hoy asciende al 35 %. En esa lógica en los distritos de Zona Sur del Gran Buenos Aires, se repiten las cuestiones más acuciantes de una pandemia que persistirá al coronavirus, el hambre.

Municipios, falta de alimentos y represión

Si bien cada distrito replegó sus fuerzas hacia adentro, sin ningún tipo de colaboración entre sí,  y en eso Lomas de Zamora ha sido el más visible, sitiando barrios y militarizando los límites de su distrito; en todos se ve un despliegue de fuerzas policiales principalmente en las periferias; con una persecución al cumplimiento de la cuarentena, como con la inspección de comercios abiertos de acuerdo al rubro esencial, fuertes multas o clausuras. Y la persecución a jóvenes y pibes de barrios más vulnerables, como ocurre en Chingolo, o Claypole. Ser pobre, no tener trabajo, no poder changuear y no recibir ayuda del Estado, obliga a muches a salir, romper la cuarentena y  exponerse. Alberto Fernández, y todes en el gobierno se jactan  de la ayuda que supuestamente  promociona; el subsidio de 10 mil pesos, que no solo es insuficiente para resolver las necesidades de quienes no pueden llevar adelante su trabajo,  sino que  solo llegara a menos de un tercio de quienes lo pidieron.

Quienes ya cobraban algún plan o cooperativa, pero claramente, para vivir complementaban su entrada con changas, no pueden hacerlo, y tampoco reciben la ayuda de magros 10 mil pesos. Con un problema más grave, al momento de escribir este relato,  muchos barrios de Zona Sur y sus comedores populares no han recibido alimentos, encontrándose en una situación desesperada. Desde los municipios culpan al gobierno provincial y nacional, pero lo que entregan lo hacen sobre  propios y cercanos, especulando con las necesidades más profundas de los barrios. Lo que se entrega desde las escuelas, se hace cada 15 días, con pocos productos por familia, y con muchas dificultades para la entrega. No todes pueden acercarse a buscar.

Los pequeños comercios y cooperativas de la zona,  que frenaron la producción y venta, en la mayoría de los casos, no están contempladas en la ayuda magra, por ser autónomos, o simplemente estar inscriptos como cooperativa. Tal es el caso de Canale, Llavallol, que al día de la fecha  no solo no puede producir con la pequeña agenda  de clientes que tenía, sino que su otra entrada, de comidas rápidas y changas, tampoco pueden llevarlas a la práctica.

Las ferias típicas que desarrollan en toda Zona Sur, no se realizan, en algunos distritos permiten solo los puestos de venta de alimentos o limpieza; pero por ejemplo en Lanús, los prohibieron, aun aquellos puestos montados con las estructuras del propio municipio y cumpliendo con el protocolo de salubridad del distrito, y habiendo abonado los cánones correspondientes,  provocando que muches feriantes que solo tienen esa entrada hoy estén en una situación gravísima.

Precarización y rebaja salarial

Les precarizades son un fenómeno, no solo por la cantidad que hay sino por las condiciones en las que se ven obligades a vivir la cuarentena, con contratos basura, que permiten a sus patronales pagar un 30% del salario, o directamente despedir, en zona sur ese elemento se da, en las cadenas ya denunciadas, como  McDonald`s o Burger King, Garbarino y Starbucks,  pero también se da en menor medida, en empleades precarizades de comercio de ropa, y estética. En toda la zona, ya muchos de estos lugares, han confirmado a sus empleades que al terminar la cuarentena no podrán abrir sus puertas, o directamente los despedirán.

También están la patronales que aprovechan toda esta situación crítica para agudizar la flexibilización laboral de hecho, tal es el caso de Tenaris Siat, en Valentín Alsina, que directamente redujo el salario en un 40% y además presiona para que les trabajadores rompan la cuarentena  con amenazas de despidos o de modificaciones  de condiciones de trabajo futura. Techint a igual que  otros grupos económicos ni siquiera han cumplido el decreto de prohibición de despidos del gobierno  nacional, despidiendo en muchas plantas masivamente, o por goteo; sin ningún tipo de sanción al respecto.

El mencionado frigorífico  Penta, aún hoy  sigue sin resolver su conflicto. La patronal,  a pesar de ser la carne, un producto esencial en tiempos de pandemia, ha decidido cerrar el frigorífico, por diferentes motivos, muchos gremiales o sindicales; cuando lo que está claro es que pretende  elevar sus ganancias, con menos producción y menos sueldos, dejando a les trabajadores sin salario y sin respuesta.

Ni hablar de los conflictos que estaban vigentes antes de la pandemia, como es el caso de Ansabo, lejos de resolverse, se profundizo la situación de les compañeres, que el pasado fin de semana organizaron una olla popular para costear sus propias necesidades y la del barrio.

En todos estos casos, hay factores que se repiten, un gobierno que mira para otro lado, decreta la cuarentena, autoriza algunas excepciones para la producción en acuerdo con las patronales, y si no deja correr despidos, rebajas salarias  y suspensiones, en base a la justificación que no han tenido ganancia, por el parate productivo. O peor aún,  en algunos casos se habilita la represión como ocurrió con Penta, o la persecución de delegades, y activistas, con el ciberpatrullaje desplegado sobre quienes enfrentan el accionar de las patronales.  ¿Y los sindicatos de cada sector?, haciendo  la cuarentena, despreocupades del futuro laboral. En muchos casos aparecen ante la presión de la base, o el descontento generalizado de les trabajadores, la UOM Avellaneda, por ejemplo tenia cerradas sus puertas por cuarentena.

El debate es clave, ¿quién paga la cuarentena obligatoria?, la pregunta hasta ahora sigue siendo la misma, les trabajadores. Aun cuando el gobierno  es la patronal, en Provincia de Buenos Aires, hay hoy sin cobrar casi 9000  docentes, correspondiendo un gran porcentaje  a Zona Sur. Docentes que aun teniendo cargo, no se les liquido su sueldo, o que aún no han completado su cargo, al suspenderse los actos públicos. Y el gobierno en lugar de darle continuidad a todes, para que sigan cobrando y no pierdan obra social, decidió cortar el pago, y evaluar  un supuesto subsidio que sería de 10 mil pesos también, mucho menos que lo cobra un docente por cargo.

Ciertamente, el programa económico del gobierno de Alberto Fernández nunca fue un programa de desarrollo, crecimiento e inversión al servicio de las necesidades de les trabajadores. Desde el comienzo se trató de un programa de carácter temporal sujeto a la reestructuración de la deuda, y funcional a esta.  Ejemplo de esto es el ajuste de las jubilaciones que se suspendió por 180 días para dar lugar a una actualización por decreto. Algo parecido pasaba también con los salarios de los trabajadores y las paritarias. Casi todos los acuerdos, en este sentido, fueron  a la baja y por 180 días. Con una inflación principalmente en alimentos, que no cesa, y ahora una cuarentena sin derechos laborales.

Por supuesto desde el gobierno y sus fanáticos, aseguran que el eje del gobierno está en la salud. Con la intencionalidad de remarcar que la propia cuarentena tiene ese objetivo, y que fue priorizando  la salud que se decretó.  La pregunta que cabe,  es ¿la salud de quién?

Claramente de les trabajadores no, puesto que su salario y alimentación constituyen la base de una salud favorable, tampoco garantiza la salud de quienes cumplen tareas esenciales, o nos cuidan.

En las últimas horas quedo a la luz, la situación de médicos y enfermeros absolutamente desprotegidos en hospitales  y clínicas. En Zona Sur, el deterioro de los hospitales se tapa con campañas desde algunos sindicatos mostrando la solidaridad, llevando  recursos o acercando  elementos biosanitarios, pero en la mayoría de los lugares, las obras sin terminar, la falta de recursos y las amenazas a enfermeros y médicos  para que no filmen, o cuenten, no puede tapar el estado de deterioro en el que esta la salud de la provincia, y en especial el sector público. Igual situación corre en las escuelas a la hora de repartir los bolsones, si bien en muchos distritos de zona sur son las escuelas  las que se organizan solidariamente para llegar al barrio. Esta tarea no es planificada, ni llevada adelante con criterios de igualdad.

Cuarentena y femicidios

Una cuarentena, sin derechos laborales, y tampoco garantizando la salud, ni la alimentación, y muchos menos cuidando a las mujeres víctimas de violencia. Durante el 2020, nos matan una mujer cada 22 horas en el país, y cada dos días, ese femicidio se da en Provincia de Buenos Aires, encabezando las cifras más alarmantes Lomas de Zamora, que también tiene la cifras más alta de llamados de urgencia. Y solo dos refugios para toda Zona Sur.

No es solo la crisis sanitaria, ni el virus, en Zona Sur es el patriarcado, el hambre y la desocupación, las mayores preocupaciones de la gente. Ni hablar del dengue, epidemia silenciosa, que ya al día de hoy  tiene miles de muertos en nuestro país. En zona sur, zonas como Varela, Solano, Lanús, Adrogue, y Claypole son las más afectadas, y ni una sola fumigación se ha realizado.

Nuestras propuestas

Desde el inicio de la decisión del aislamiento obligatorio, desde el MST en el FIT-U  planteamos que, como única medida, era necesaria pero a la vez insuficiente. La recomendación de especialistas y el ejemplo de otros países de avanzar en la realización de testeos masivos, que recién ahora se está tomando por sectores, debe profundizarse realmente. A igual con un plan de sistema único en salud, todas las camas y recursos al servicio de frenar la pandemia. En Zona Sur hay clínicas hasta cerradas, como la Estrada, que deben abrirse y estar al servicio de toda la gente.

Para que la salud sea la prioridad, como plantea el gobierno no se puede ceder a las presiones corporativas que plantean la disyuntiva entre salud y economía. Para que  la vida sea prioridad, se deben tomar medidas para que realmente se prohíban los despidos, las suspensiones y las rebajas salariales como ha sido noticia durante todas estas semanas, a pesar de los decretos que las patronales incumplen. Contra estos sectores hay que ir, que los que incumplan tengan grandes multas y la expropiación. Hay que poner toda la industria al servicio de enfrentar la crisis, planteando la reconversión productiva para garantizar los materiales necesarios. Y cobrarle fuertes impuestos a los ricos y las corporaciones. Estas y otras propuestas alternativas y de fondo, tenemos quienes somos socialistas.

De esta pandemia salimos entre todos, dicen. Como slogan parece bueno, aunque en realidad,  de esta pandemia y de la crisis económica actual, salimos si pagan los que tienen que pagar, si se hace lo que se tiene hacer, si se responde a las mayorías y no al 1% de la población. En ese camino, desde el MST en el FIT-U, convocamos a darle apoyo en las calles y en las redes sociales a todos los reclamos obreros, populares, de las mujeres y de la juventud que se están realizando en nuestra Zona Sur del Gran Buenos Aires.