Mitos liberfachos. «Sufrir ahora para estar mejor después» Milei y su relato para hacer pasar el ajuste

Desde el 10 de diciembre, fecha en que asumió la presidencia, Milei ha expresado una idea de fuerza para justificar su reaccionario plan económico. Apoyado en la crisis que se arrastra de gobiernos anteriores y sobredimensionando elementos de este contexto, el liberfacho justifica la desregulación de la economía, habilitando la suba incesante de precios, como remedio a un infierno peor del que se vive en materia inflacionaria ¿La solución? «sufrir ahora para estar mejor después».

Escribe: Nicolás Zuttión

Naomi Klein, periodista canadiense, es reconocida por haber formulado el concepto de la doctrina del shock. Doctrina que fue pergeñada por neoliberales como Milton Friedman, uno de los referentes ideológicos de cabecera de Milei, quien en el prefacio de su libro Capitalismo y libertad (1982) expresó: «Solo una crisis –real o percibida– da lugar a un cambio verdadero».

El marco económico de nuestro país, previo a la llegada del liberfacho a la Rosada, coincide con un contexto de crisis real. Una crisis compuesta por un mega endeudamiento fraudulento con el FMI, que lo comenzó Macri y lo legalizó el gobierno del Frente de Todos; un proceso inflacionario que hizo que el 2023 termine con un dígito de tres cifras de aumento en los precios; escases de reservas líquidas y, uno de los puntos centrales para el meteórico ascenso de la Libertad Avanza, una pérdida salarial de 6 años consecutivos.
Todo este combo supondría la crisis real a la que hace mención la cita de Friedman. Sin embargo, Milei y su gobierno, para justificar sus reaccionarias reformas económicas de las que esperan se aprueben en el Congreso -algunas ya están en vigencia-, suma un relato que magnifica la crisis mencionada para justificar los mazazos de mayor nivel que significan sus políticas para los bolsillos de las mayorías trabajadoras y populares.

Caputo héroe nacional

La semana que pasó tuvo como dato central el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Indec, que sólo para el mes de diciembre arrojó una cifra del 25,5% de inflación, haciendo que la variación interanual alcance el 211,4%. Ante esto, se activó el relato con cifras estrafalarias, magnificando los elementos de la crisis, para justificar los resultados que generó la devaluación del ministerio de Economía de un 100% ni bien llegó al gobierno de La Libertad Avanza.

Advirtiendo que sin la devaluación y posterior liberación de precios de las cadenas alimenticias, las privatizadas de los servicios estratégicos (luz, gas y agua), transporte y petroleras, la inflación anual se iba a disparar a un 15.000%, Milei justificó la inflación de diciembre diciendo: «Es un numerazo, si me decían el 10 de diciembre lo firmaba con las dos manos».

Un absurdo sin sentido. El liberfacho festeja una aceleración magnífica de la suba de precios para contener un supuesto proceso hiperinflacionario que fue heredado.

«No hay plata», pero paguen más caro

Mientras las góndolas disparan sus precios, el presidenteanuncia que «no hay plata». Esta frase, repetida como un rezo hasta el cansancio en las conferencias matutinas de su vocero Adorni, se alinean con la idea de reducir el déficit fiscal. Política que, hasta el momento, ha significado el congelamiento de los aumentos salariales de los trabajadores del Estado, despidos en el mismo ámbito, congelamiento de programas sociales (también recortes, como viene ocurriendo con el Potenciar Trabajo) y el fin de la movilidad jubilatoria, a pesar de que el cálculo actual había sido utilizado en pos de ajustar las partidas previsionales.

Pero, a la vez, con el verso de que los precios se encontraban «pisados», el gobierno dio luz verde para todo tipo de aumento. Tomando sólo los alimentos, se puede ver que sus precios se han incrementado, por encima del valor promedio del resto de las mercancías. Esto se permitió en un rubro altamente concentrado, como lo expresa un estudio de CEPA, donde 20 empresas expresan la facturación total del sector y, para poner ejemplos, sólo Arcor sólo en la primera mitad del año pasado había presentado ganancias por más de $25.000 millones, mientras que Molinos Río de la Plata lo había hecho por más de $9.000 millones.

Lejos de estar pisados los precios, el gobierno de Milei aplica este relato servil a los empresarios de extranjeros y de este país para magnificar aún más las ganancias por la vía de la precariza-ción laboral y la desregulación de la economía. Siguiendo con el debate de precios en alimentos, esto se termina de comprender con los articulados de la Ley Ómnibus donde se eliminan la Ley de Abastecimiento y de Góndolas (de poco uso por los gobiernos progresistas), habilitando el salvajismo de la remarcación permanente. Para sumar otro ejemplo de esto, con la carne pasa algo similar. Se eliminaron las restricciones para exportar del complejo ganadero industrial, habilitando que en el país se pueda vender al mismo precio impagable con el que se comercializa en el exterior.

Los shocks y los planes de estabilización

Para Milei esto es una primera etapa de su plan, que obliga a sufrir ahora para estar bien en un futuro, que ya estima bastante lejano al menos en un promedio de treinta años. Tiempo en que a la par, los ricos y el FMI se siguen llevando la plata que «no hay».
El camino para llegar al paraíso que el liberfacho propone, es por medio de un plan de estabilización que se daría en una etapa posterior. Entre los programas que se aluden, como ejemplos de los que se podían replicar en estos tiempos, se encuentran:

  • El milagro israelí (1980);
  • El plan real de Brasil (1994)
  • y el plan de Convertibilidad de Menem (1991).

Más allá de los matices, las diferencias geopolíticas entre Israel, Brasil y Argentina, y las diferentes circunstancias mundiales en que se aplicaron los programas, los ejemplos mencionados todos se basaron en una misma esencia: las condiciones para la estabilidad eran un fuerte ajuste fiscal, las privatizaciones y una rápida apertura externa.

Hoy el mundo, para agregar más condimentos, no responde a la semejanza de ningún tiempo pasado. Argentina no es Israel, ese enclave estadunidenses que recibió inversiones del norte para fortalecer su industria tecnológica y militar (punto importante para entender la reducción drástica de más del 400% de inflació). Ni es Brasil ni Argentina en los ´90, con pleno auge neoliberal, para ir a un esquema bimonetario como imaginan algunos. A tal punto se nota esto que la dolarización de Milei ya no se menciona por la falta de los dólares que supuestamente iba a conseguir.

Que sufran los capitalistas

Al supuesto sufrimiento que tienen que aguantar los trabajadores, jubilados, sectores populares y demás afectados por las políticas de Milei, desde el MST en el FIT-Unidad, invertimos las cargas. Son los capitalistas saqueadores quienes tienen que hacerse cargo de la crisis actual.

Ante la incesante inflación que licúa los ingresos, hay que aplicar un congelamiento de precios de los productos referidos a la canasta básica, conjuntamente con la eliminación del IVA de los mismos. Y conformar comités de usuarios y trabajadores para realizar un verdadero control social sobre los precios. Avanzar en la nacionalización de la banca y el comercio exterior, para evitar cualquier tipo de fuga de capitales. También desdolarizar las tarifas de los servicios públicos y estatizar las empresas bajo control de usuarios y trabajadores. Y aplicar la misma política con las empresas productoras y distribuidoras de combustibles.

Esto tiene que ir acompañado de un aumento de todos los salarios, jubilaciones y los programas sociales con el valor de la canasta básica familiar. Como elemento central de un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, también hay que romper con el FMI y los buitres que tienen los títulos de la deuda privada. Los recursos del país tienen que direccionarse a las necesidades de las mayorías trabajadoras y populares.