Industria de la negación
La crisis climática y capitalista está delineando un nuevo mundo. El deshielo acelerado, los incendios, la degradación de la calidad del aire y la salud, las inundaciones, así como nuevas y peligrosas enfermedades son escenarios cada vez más frecuentes ante el aumento de las temperaturas.
Escribe: Jessi Gentile, coordinadora de la Red Ecosocialista y candidata a Vicejefa de Gobierno por la CABA
La causa de este desastre es la anarquía capitalista y la superproducción de la locomotora fósil, que no quiere dejar de generar ganancias y para tal fin necesita reflotar peligrosas ideas, disfrazando de normal lo apocalíptico, de rebelde lo conservador y de verídicas las falsas soluciones. Desenmascarar las distintas formas de negacionismo llegó como una nueva tarea en la batalla cultural contra todas las “progresiones” de derechas.
La verdad para reconocer
El cambio climático y el modelo extractivista afecta de manera directa a la economía, la soberanía, la salud, la biodiversidad, los índices de pobreza y la desocupación. La AUSENCIA de propuestas entre las plataformas electorales de los presidenciales del PJ, de Juntos por el Cambio y de la Libertad Avanza es un punto en común, sin embargo, por acción u omisión negar la crisis climática es como respirar sin tomar aire, no se puede.
La Organización Meteorológica Mundial ha señalado que el periodo 2023-2027 será probablemente el más caluroso jamás registrado, debido al impacto de los gases de efecto invernadero y el fenómeno meteorológico El Niño, que están provocando un aumento de las temperaturas. En Buenos Aires el último 1º de agosto fue el más caluroso en 117 años.
La sequía actual se tradujo en más de 8.000 millones USD menos para las arcas estatales, comparadas con el año anterior (según Chequeado.com). Además, los principales cultivos sufrieron pérdidas del 50%, afectando la exportación de productos primarios en un 40%.
El consenso científico es mundial y los eventos climáticos son evidentes. Está afectando no solo a las mayorías sociales y más vulnerables sino también a los negocios de la clase social que manda. Aunque intenten ocultarlo, objetivamente empieza a penetrar en todas las esferas de la vida y en todos los estratos sociales y etarios. La cuestión ambiental no es más solo cosa de ambientalistas, ya que es un problema de todxs. Sin embargo, con la verdad no alcanza
La memoria para recordar quien es quien
Somos un país con una tradición fuerte en organización social, con una robusta legislación ambiental y de género, con un poderoso movimiento obrero sindicalizado y con 40 años de construcción de conciencia colectiva en materia democrática. La clase hegemónica demanda normalizar y disciplinar al pueblo argentino para poder avanzar en la privatización económica, y para lograrlo sabe que primero debe asestar una dura derrota al movimiento obrero. Por eso Milei y sus derivados, emulan un remake de los años más oscuros, negando los 30 mil compañeros detenidos y desaparecidos, negando que fue un genocidio al servicio de las ganancias de empresarios como Ford, Acindar, Ledesma y también del FMI. Hoy quieren reeditar ese plan a favor de los ricos, pero para ello necesitan desmantelar a la fuerza y con violencia la organización social y de lucha. Desarmar la militancia política.
El caso Jujuy fue un laboratorio de lo que pretenden hacer en todo el país. Garantizar el saqueo del litio y el agua de las comunidades utilizando una ingeniería “legal” para prohibir un derecho democrático como la protesta social, manejando la represión parapolicial y el miedo como política de Estado. Esta es la única forma de garantizar la transacción de riqueza desde los bolsillos de la clase obrera y los bienes comunes de la naturaleza hacia las corporaciones y el capital financiero.
Sin embargo, Milei, Bullrich y Massa sí tienen puntos solidarios en el plan económico para el país: profundizar la re-primarización agro, minera y petrolera exportadora de una economía neocolonial para cumplir con los mandatos del FMI.
Que Milei proponga que los empresarios pueden contaminar el agua de un rio porque no está privatizado y que sea el mercado quien vaya a regular y penar a quien dañe el medio ambiente, no solo es absurdo sino también contrafáctico. Por ejemplo, Monsanto fue penalizada por enfermar de cáncer a la población y sin embargo sigue haciendo cuantiosos negocios; o Jeff Bezos, el dueño de Amazon, en sus aventuras espaciales sin ningún tipo de función social, contaminó 100 veces más que un avión, pero sus acciones siguen siendo multimillonarias. Es el tipo de Estado y el sujeto social que lo dirija, la respuesta.
Que Milei afirme que la crisis climática es un invento del marxismo lo hace un negacionista confeso, sin embargo, que Massa declare que “el ambiente y los órganos no tienen precio” pero que después sea su gestión la que remate al extractivismo cada rincón del territorio argentino con offshore, fracking, oleoductos, puertos petroleros y minería de litio lo convierte en un fabricante de nuevos negacionismos.
Los Milei y Bullrich se apoyan y usan el sentimiento de descontento y hartazgo de las masas, que tienen razón de ser: el cuestionamiento a las prácticas corruptas e inmorales, llenas de privilegios de los partidos tradicionales y también de las limitaciones de las instituciones de esta democracia vacía de ilusiones. Milei es parido por el fracaso de los progresistas que progresaron a derecha, emulando la peligrosa ideología de la resignación: la inviabilidad de la prohibición del extractivismo, para justificar la cogestión extractivista en los términos de no tocar la propiedad privada de las corporaciones y no hacer cambios estructurales; un programa de conciliación entre ambientalistas y extractivistas; con candidatos sin épica; de ideas sin entusiasmos; falsos dilemas que evitan las revoluciones sociales. Herramientas obsoletas y colonizadas, impotentes de enfrentar esta nueva derecha que forma parte de un fenómeno mundial como es el caso de Vox, Trump, Bolsonaro, Meloni.
Justicia para reivindicar y conquistar nuestros derechos
Nos ubicamos, en el terreno socioambiental, en el rechazo absoluto a la intervención contaminante de corporaciones del agronegocio, la megaminería, el fracking, la cementación especulativa y la desventura de las offshore. Nos moviliza una lógica: la planificación democrática de todo lo que se produce. Y nos ubicamos, sin ambigüedades, en la defensa ineludible de las necesidades reales de la mayoría que vive de su trabajo. Con un método, la democracia participativa, directa y vinculante en la toma y control de las decisiones.
Los negacionistas vociferan discursos de odio en nombre de la propiedad privada y los resignados dirán que “no hay relación de fuerzas” que “no están maduras las condiciones” como si no existiera nada entre la realidad y la política. Para los ecosocialistas las condiciones están relacionadas con el accionar de las direcciones, la correlación de fuerza se construye, no es algo dado y el enemigo no es todopoderoso, está desgarrado por sus contradicciones. Sin caer en el facilismo de que es una tarea sencilla, pero con la conciencia de que nos jugamos la vida en esta pelea por otro Estado, nuestro programa es anticapitalista:
- Desconocer la actual deuda con el FMI y la anterior de origen en la dictadura genocida. La deuda es con el pueblo.
- Transición energética: expropiar a las corporaciones del petróleo y a las privadas de energía. Invertir la ecuación energética a energías limpias y renovables con reconversión laboral. Anular la obsolescencia programada. Extender el transporte público y desincentivar el individual.
- Reforma agraria integral, producción agroecológica y comercialización sin intermediación privada. Fomentar la ruralidad
- Des-cementar las grandes ciudades, hacia una ampliación de espacios verdes y públicos.
- Prohibición de la industria publicitaria que fomenta el consumo artificial. Reemplazarlo por el derecho social a la información pública y educación socioambiental.