La escuela pública ante la peor pandemia: la desinversión

 

La provincia de Buenos Aires enfrenta -al igual que todo el país-, una pandemia global. La salud y la enseñanza pública son campo de una desinversión que lleva décadas. En educación, ¿alcanza con las clases suspendidas? ¿Qué deberíamos esperar, superada la cuarentena? ¿Qué hacer mientras?

 

La provincia de Buenos Aires contiene el 37% de la matrícula educativa -con 4,5 millones de estudiantes- y el 34% de la docencia del país. La mayor concentración estudiantil y de educadores del territorio nacional. Pero, al igual que ocurrió con Alberto Fernández y el PJ, el gobierno de Kicillof fue improvisando decretos y resoluciones que iban ampliando licencias y permisos, hasta suspender las clases. Y llegar a la cuarentena total.

Ensayó posibilidades intermedias, en las que estudiantes y docentes se convirtieran en “efectores de salud”. Donde la docencia se viera obligada a poner en práctica un protocolo para la detección de casos y su aislamiento. Es inaudito pretender usar a menores como “efectores”, como pidieron el ministro Trotta y la “experta” oficial junto al ministro de Salud de Alberto Fernández. Igual que querer cargar a docentes otra tarea más -que no nos pagan-, para la que no se tiene capacitación ni hay una salubridad elemental.

 

 

Idas y vueltas para esconder el estado crítico de la escuela estatal

 

Si se logró suspender las clases, ha sido por la rebeldía de docentes y de la comunidad educativa que reclamaba condiciones de salubridad que no se cumplen, y menos en esta pandemia. Desde Alternativa Docente reclamamos desde el primer contagio, la necesidad de tomar 10 medidas básicas para lograr escuelas seguras ante el coronavirus.

Entre otras cosas, además de las licencias pagas a todo el personal afectado o en riesgo, era urgente que el gobierno distribuyera elementos de limpieza básicos y preventivos, jabón, lavandina, detergente, desinfectante, guantes, repelente y fumigara los establecimientos ante el dengue que afecta a zonas enteras. Y ya en ese momento, alertábamos que los problemas estructurales en la infraestructura escolar eran un impedimento para implementar los protocolos de prevención.

Escuelas directamente sin agua potable o con agua en alguna franja del día, además de tanques sucios y precarios. Escuelas que están en “obras” hace años o con los trabajos suspendidos, sin baños suficientes o con baños en pésimas condiciones de uso. Cocinas también precarias, cañerías rotas, malos desagües, faltante de elementos para la cocción y servicio alimentario, así como su higiene.

Otro aspecto crítico es el de miles de docentes precarizados -como los de Fines, “autónomos” y otros proyectos-, que están en el limbo. Y auxiliares que trabajan sin las condiciones mínimas de trabajo, salubridad, higiene y seguridad laboral.

Esa realidad que vivimos a diario en las escuelas bonaerenses, emergió fuerte en esta pandemia. Y alertó a la comunidad educativa que exigió la suspensión de clases en estas condiciones. Más allá del Covid-19, venimos denunciando esta crisis crónica que sufre la escuela estatal, a partir de las políticas públicas de desinversión y anti-educativas que se aplican en las últimas cinco décadas.

Las marchas y contramarchas de Alberto Fernández, el PJ, sus expertos y Trotta a nivel nacional, así como Kicillof y su gabinete en la provincia para afrontar esta situación en las escuelas, para finalmente suspender las clases; dan cuenta de esta gravísima situación.

El estado de precariedad en que trabaja la docencia y cursan les estudiantes, con el estado crítico de los establecimientos, lo expresa la actitud del gobierno de no garantizar lo mínimo, como mandar jabón, papel o lavandina, cosas que no hay nunca y menos ahora.

 

Quiénes y cómo garantizan la entrega de alimentos

 

Ahora, con las clases suspendidas, con niñes y docentes mayormente en casa, debemos preguntarnos ¿qué pasa en las escuelas estatales? Porque las clases se suspendieron, pero no cerraron todas las escuelas. En estos días, aquellas que tienen comedor o merienda reforzada, tenían a cargo la tarea de repartir las raciones o viandas, según el proveedor. Por lo que había personal afectado a esto. En la mayoría de los casos, directivos y auxiliares.

Mucho se dice de profesionales de la salud y enfermeras que, con justa razón se los aplaude, aunque para reconocerles su trabajo, el gobierno debería pagarles mucho más, por la enorme tarea que llevan adelante.

Ahora bien, el trabajo silencioso de auxiliares y directivos garantizando una tarea imprescindible, no se difunde. Quizá porque demuestra a la vez el hambre y las necesidades que han crecido y que se denotan en la gran cantidad de niñes que asisten hoy a los comedores escolares. Pero es necesario mostrar quiénes y cómo garantizan algo tan fundamental: la comida.

Desde el lunes, y con mucha confusión por las indicaciones dubitativas de la DGCyE, en las escuelas públicas con comedor, son auxiliares y directivos, y no el SAE (Servicio Alimentario Escolar) quienes están a cargo de la tarea de distribución de raciones. Y en esta “selección” tampoco hubo un único criterio desde el gobierno. Ya que la información llegaba parcial y desigual, por mail o WhatsApp, a destiempo en muchos casos, lo que retrasaba la entrega de viandas y generaba el descontento de la comunidad.

Además, quienes cumplen esa tarea, a pesar de hacerlo con responsabilidad, lo hacen sin ser cuidados por el gobierno que reclama hacerlo. Por lo que es necesario, más allá de la cuarentena, seguir exigiendo los elementos para los cuidados preventivos de limpieza y de salud individual y general. Porque es paupérrimo lo que se entrega, siquiera para el lavado de manos… En pocos lugares, como parte de la primera entrega a cada escuela y con suerte, se han repartido 2 o 3 jabones blancos, y un bidón de lavandina (ver foto), en algunos establecimientos llegó también detergente, algún par de guantes y un trapo de piso.

En lugar de un fuerte e inmediato aumento del presupuesto que decidieron mantener congelado en los recortes hechos por el Macri para el 2019 y sin pandemia, vemos que otros elementos los han tenido que comprar las cooperadoras. Aunque esta entrega es sin guantes ni ropa protectora para todes o eventualmente barbijos. No se entregan líquidos desinfectantes/desodorizantes, paños, papel higiénico, vaporizadores o productos nuevos para limpiar. Y por supuesto, menos aún papel secante, alcohol en gel y repelente. Todos elementos que deben ser comprados por cada escuela.

Estos datos surgen de relevamientos realizados en escuelas de Fiorito, o Budge (Lomas), Corina o el Docke (Avellaneda), Chingolo, Fiorito y Caraza (Lanús) en la zona sur, pero se replica en lugares como Moreno, Merlo, Matanza, Quilmes o Tigre y en lugares del interior de la provincia.

Ante largas colas de la comunidad que viene en búsqueda de su comida, el personal a cargo responde en soledad y sin la asistencia que debería desarrollar el gobierno de Kicillof. En muchos casos sin agua ni baños. Problemas no previstos, que deben resolverse con urgencia en esta suspensión de clases.

Ante esto, desde SAE se anunció que, para evitar este despliegue, desde el miércoles se repartirán bolsones por alumno, para lo que será tarea de cada escuela nominalizar a sus estudiantes, notificar a las familias y armar los bolsones. Alimentos que vendrán a granel y deben ser distribuidos según esa nominalización realizada. Por supuesto, sin ningún tipo de criterio oficial, más que el que piense y tenga como iniciativa cada escuela, ante tan dura situación social por el frenazo en la actividad de la que sobreviven centenares de miles que asisten a establecimientos estatales.

Como venimos denunciando desde Alternativa Docente y el MST, una improvisación del gobierno que pone en la sociedad, la responsabilidad de sus cuidados. El famoso “nos cuidamos entre todos”, esconde que quien no nos cuida es el gobierno y el Estado que comandan quienes gerencian este capitalismo semilicolonial argentino. Que decidió no gastar en esos cuidados, sino acopiar dólares, para pagar la deuda externa odiosa, ilegítima y fraudulenta. Cuando esa plata se debería destinar a salud, educación, ingreso social, en esta pandemia mundial y emergencia sanitaria nacional.

 

¿Qué hacer ante esta situación? ¿Qué esperar tras la suspensión de clases?

 

Nos quieren en casa, y desorganizades. Si bien, ante este cuadro, la suspensión y el cuidado de docentes y estudiantes eran cruciales, los objetivos del gobierno no son esos. No hay aumento de los presupuestos sociales ni planificación para destinar dinero extra a fortalecer las estructuras de salud, para realizar el testeo masivo y preventivo, respiradores, más camas de terapia y mayor personal de salud para no sobre explotar a quienes hoy llevan adelante terrible tarea, sin descanso.

Tampoco hay una planificación para mejorar los problemas de la educación, resolver lo estructural y necesario. Ni siquiera para abastecer de los elementos básicos para la higiene y cuidados a quienes deben realizar tareas esenciales. O dar continuidad a suplentes y provisionales, docentes de FINES y demás planes y proyectos porque, al suspender los actos públicos, se les deja sin salario

El ministro Trotta llegó a decir que estos 14 días debían servirnos para acondicionar las escuelas, pero para eso tuvieron los meses de diciembre, enero y febrero y no lo hicieron como emergió ante el coronavirus. ¿Por qué habríamos de creerles ahora? Por eso está bien cuidarnos, pero sin dejar de organizarnos y acompañar en el reclamo a nuestres compañeres que siguen en las escuelas, sin ningún elemento o protección, exigiendo respuestas.

Ahora más que nunca son imprescindibles las 10 medidas básicas que reclamamos desde Alternativa Docente. Y organizarnos para exigirlas es crucial, al igual que la necesidad de conformar una comisión central, regionales y locales de seguimiento de estos puntos claves, compuesta por quienes conocemos mejor la situación de nuestras escuelas, docentes, familias y estudiantes.

Quienes desde un inicio debíamos intervenir en la confección de protocolos y pedidos de necesidades, que terminan redactados por tecnócratas que no pisaron una escuela o desde un escritorio de la DGCyE, desconociendo la realidad que vivimos en las escuelas o negándola para justificar el ajuste. Les trabajadores debemos participar en la toma de decisiones sobre nuestras condiciones de trabajo, pero también sobre el funcionamiento del sector, mucho más en situaciones tan extremas como la que atravesamos.

El gobierno debe comenzar volcando en forma urgente los recursos necesarios ahora, la deuda es con la escuela estatal, no con los mismos organismos financieros internacionales que la destruyeron ni con la Iglesia Católica o las privadas que reciben más de 29.000 millones en subsidios que deben ir a la escuela estatal.

Y no perder de vista que solo un Congreso Pedagógico donde participemos y decidamos junto a toda la comunidad, puede plantear qué escuela pública necesitamos poner de pie y para qué modelo de país.

Son los desafíos para cuando concluya la suspensión de clases y podamos resolver la verdadera pandemia en la educación pública: la desinversión y el ajuste. En tiempos de distancias físicas, acércate a nuestras páginas, y links. No dejes de preguntar, opinar y organizarte, para juntes poner de pie la escuela pública que hace falta.

 

Andrea Lanzette

Alternativa Docente, SUTEBA Multicolor

MST en el Frente de Izquierda-Unidad