Rita, la docente: Nueva temporada, ¿nueva Rita?

 

La nueva temporada de Rita, la serie danesa sobre esta particular maestra, se lanzó por la plataforma de la N roja. Con críticas, buenas y malas, y guiños a problemas actuales, intenta romper los esquemas del conservadurismo. Algunas reflexiones al respecto.

 

Al referirse a la 5ta temporada de Rita, el diario digital español El Confidencial, en su propuesta cultural describe así a la serie: “La escuela se encuentra en medio del campo. Acuden pocos alumnos, todos de primaria, y el método de enseñanza, a grandes brochazos, haría las delicias de cualquier padre (o madre) ‘progresista’: mucha libertad para el alumno, pocos manuales escolares, mucho trabajo en grupo, nada de exámenes, presentaciones en clase… Y al frente, dos mujeres, la directora Hjordis y la profesora para todo, además de tutora y conciliadora, Rita Madsen”.

Por supuesto, cada serie o película que intente poner sobre la mesa los debates actuales, desde una mirada crítica al sistema social, político y educativo capitalista, aporta chispas para nuevas elaboraciones. Rita es una serie que mostró ese perfil desde el comienzo. Las transgresiones que la protagonista planteaba, en las primeras temporadas, fueron subiendo de nivel, frente a un sistema que la frenaba y no le perdonaba su irreverencia.

Esta nueva entrega requería un involucramiento mayor para Rita. Si se tenía en cuenta la propia historia y los temas que se abordaron, debía ir más lejos que antes. Pero la serie responde al perfil de la cadena, o sea, a los intereses capitalistas, y no pueden permitirse que Rita se convierta en un ejemplo a seguir, de manera contraria a la búsqueda de ganancia que mueve a la productora y sostiene el sistema social que, en cierto modo, Rita ponía en cuestión. Por lo que sus transgresiones fueron más controladas, y el abordaje de soluciones también fue más cauteloso. Nos presentan una protagonista más irónica que revolucionaria.

Este cambio podría ser una decepción para los fanáticos y para quienes vieron en Rita un germen de cambio y transformación de la educación. Lejos de eso, resulta una invitación al debate, más que nunca. Evidencia las limitaciones que tienen las soluciones educativas y sociales que se pretenden encarar, sin salir de los marcos del sistema. Y a la vez, las contradicciones de esta última temporada para tener que resolver los diferentes dilemas, ratifican un sistema que ya no puede ofrecer y sostener derechos elementales a nadie.

Por eso y más allá de los recursos del guión para no potenciar a la Rita irreverente, cuestionadora, no deja de ser una propuesta para pensar y pensarnos desde otro lugar. En ese sentido, las cuatro primeras temporadas son una bocanada fresca en un mar de telebasura, series, pelis enlatadas, reproductoras de estereotipos, falsas conciencias e ideología burguesa. Producciones de un capitalismo decadente a escala planetaria que apela a sostenerse con los mayores recursos a su servicio. ¿Y esta nueva Rita? Veamos algunos de los cambios y desenlaces planteados. También nuestras propias propuestas.

 

Rita, en un nuevo entorno

 

Una primera impresión que diferencia a esta temporada de las anteriores es que, justamente, el escenario de Rita es otro. Ya en la anterior temporada, cansada de luchar contra el sistema educativo semi estatal danés, decide poner su propia escuela. Una aparente solución que proponen como si fuera fácil y simple, pero con algunos callejones sin salida.

Si bien en todos los países hay facilidades para la apertura de escuelas privadas, es una respuesta a corto plazo e individualista, y que como veremos en la temporada, no soluciona las trabas del modelo. Muches docentes nos vemos todos los días, ante la frustración de un sistema educativo capitalista que tiene poco para ofrecer a sus estudiantes, y mucho menos a sus docentes. Un sistema que excluye, estandariza, discrimina, hostiga y es incapaz de asistir a estudiantes con problemas o dificultades. Y aún más incapaz de contener y potenciar las habilidades de docentes con criterios más “progres”.

Es así que esta escuela que se levanta hoy, resulte en una escuela monótona, difícil y sobre la que deciden quienes poco entienden de educación. Claro que es necesaria su transformación, mucho más en este contexto donde la cuarentena y la virtualidad, evidenciaron las miserias de un sistema educativo caduco y deshumanizante. Pero, ¿será la solución a nuestros problemas abrir nuestra propia escuela? Por supuesto nosotres opinamos que no, les docentes revolucionarios nos organizamos exigiendo la nacionalización del sistema educativo, en un sistema único y estatal, que ponga fin a las desigualdades entre las privadas y las públicas, entre el interior y la metrópoli. Con un inmediato aumento del presupuesto al 10% del PBI, con diseños curriculares y proyectos educativos pensados por sus protagonistas: Por la comunidad educativa y, fundamentalmente, les docentes.

Pero en principio ese fue el camino que “encontró” esta Rita, a su enfrentamiento encarnizado con las autoridades y el sistema. Obvio, como en toda historia, la facilidad del dinero apareció, y también un esquema escolar permitido. Pero no deja de ser individual e insuficiente. Como se deja entrever, sin dar muchos datos; la falta de recursos será un problema para esta escuela.

Pero también el debate sobre el propio perfil de la escuela. ¿Cuál es el proyecto educativo que presentan? Este tema lo transitan con un diálogo gracioso, pero que no es para nada gracioso. Discutir el proyecto educativo de la escuela, y mucho más de una nueva escuela, que discuta sobre la base del sistema educativo criticado, requiere más que un chiste. Debería ser un debate profundo y colectivo.

Esta temporada da por tierra con la posibilidad de discutir con otros esa cuestión, dejando planteado como alternativa una salida individualista, como criticó la propia Rita en todas las temporadas anteriores. ¿Qué pasó con esos compañeros? ¿Basta abrir una escuela para pocos, sin dar el debate con todos?

En principio no varía la realidad de cientos de estudiantes y docentes que siguen entrampados en esos esquemas. Pero a la vez, su propio proyecto escolar naufraga en un chiste, al no estar enriquecido por debates y planteos de otros. Falta el espacio colectivo, las miradas distintas y la posibilidad de construir una síntesis entre todes. Mostrando un primer límite del sistema, las posibles salidas individuales no resuelven las cuestiones más estructuradas. Ni tampoco mejoran la realidad de la mayoría.

 

Nuevos planteos a problemas más sociales

 

Los conflictos escolares que se tocaron en otras temporadas eran más específicos, y si bien siempre se referencian en algunos debates sociales, transitan más los carriles de lo escolar y su conflictividad. Pero en esta temporada se sumaron cuestiones que responden a nuevas batallas culturales: desde el feminismo a la ecología y desde la libre elección sexual a la cuestión de lo binario o no del género.

Una temporada cargada del siglo XXI y de debates centrales en el mundo. La serie debía estar a tono con los grandes interrogantes, para lograr seguir siendo atractiva, progresista y a la vez, redituar. Por eso el nuevo guión pretende abordar estas cuestiones, aunque siempre quedándose a mitad de camino.

A pesar de ciertos guiños, la línea editorial que da forma el guión, no toma posición con ninguno. Esta Rita parece alguien que está más allá de todos esos debates, ante quien se puede inferir tal o cual cosa, pero no da ninguna opinión.

Desde una estudiante que no quiere hacer una presentación en clase porque le da miedo, y sus padres no quieren que se frustre, y opinan que hay que respetarla. Las fake news en un niño que no tiene el control de sus padres a una niña que estudia demasiado y eso la hace “vulnerable ante la vida”, según su familia.

Hasta el caso de padres que alientan a que su hija haga una huelga climática para viralizar la historia en las redes sociales y vender libros. Si bien, como dicen la mayoría de las críticas, este es un guiño al fenómeno Greta Thunberg, también lo plantea desde una lógica limitada y conlleva una banalización velada. Porque termina siendo una niña presionada, a la que se le debe explicar que una huelga no sirve de mucho, ofreciendo como solución una comisión escolar para mejorar el CO2 de la escuela, después de ver a una Rita que hace de todo para quebrar la huelga.

Dos cuestiones son claves en este entramado. El primero, la responsabilidad de todos esos debates está siempre en padres, madres y familias. En algunos la falta de control, la excesiva protección a sus hijes, o la presión desmedida para que sean lo que no son. Acá la serie decide mostrarnos estudiantes muy vulnerables a pensamientos de otres. Parece que nada es de propia elaboración. Quienes trabajamos con niñes y adolescentes, sabemos que hay una construcción del pensamiento atravesada por lo social, lo familiar. Pero también hay idea y propuestas propias. Les estudiantes tienen más para ofrecer, que ser la correa de trasmisión de sus padres. Pero a la vez, no responsabiliza al sistema, sino a las personas, a quienes tienen la tarea de la primera educación. Una salida elegante para hablar de los males del mundo, sin apuntar directamente al sistema capitalista que los genera.

Y una segunda cuestión, es la ausencia de posición de la protagonista, aunque en sus acciones pueda parecer que toma un camino, siempre desde el diálogo, queda difuso. En este sentido, responder a la lógica de docentes sin opinión, no parece ser un formato progre ni deseable, menos para un nuevo formato educativo.

Es necesario docentes que se jueguen, que digan, que opinen y respeten las diferencias de miradas con otres. Una Rita que solo sonríe, sarcásticamente de todo puede ser gracioso, pero no permite el planteo de una docente con dimensión integral de los sucesos. Tenemos que ser docentes que hacemos la huelga por el clima, que entendemos las frustraciones de la meritocracia y proponemos nuevos formatos de valores. Tenemos que ser docentes que militamos el cambio, no solo lo observamos.

 

Rita, una parte del todo

 

La serie fue creada para el canal danés TV2 por Christian Thorpe en 2015 y debido a su éxito, como ocurrió con otras series, fue exportada a varios países por la plataforma de la N roja. La protagonista, interpretada por la actriz Mille Dinesen, es una profesora cínica, hedonista, relajada y poco sentimental.

Esa forma mete el debate entre daneses y suecos, y destruye los parámetros de una sociedad estirada y conservadora. Tratando de mostrar un nuevo formato de docente y de mujer. Si bien la serie es pro LGTBI, claramente esta temporada se basó en esa expresión, y en las dificultades para vivir una vida sexual plena siendo gay en el mundo rural, mostrando la vida en pareja del hijo menor de Rita. La pregunta es si mostrar una mujer totalmente fuera de los estereotipos sociales conservadores, y relaciones también desesteriotipadas basta para ser una serie feminista y de respeto a la diversidad.

La frialdad y desinterés de Rita sobre los demás, no es solo un problema que plantean, sino también una concepción equivocada del feminismo. Ser fría y distante, despreocupada, activa sexualmente e impune, no son características “per se” de una feminista, aunque pueden o no ser expresiones de cualquier persona. Se omite la responsabilidad afectiva y las diferentes formas de sentirse mujer. Mostrar un estereotipo masculinizado y deshumanizado podría no ser lo más feminista.

La propia temporada debe contener este debate, en una polarización entre Rita y Hjordis, una pura impunidad, la otra pura culpabilidad. Una muy fría, la otra muy sensible. Y así, son el yin y el yang, una de la otra. Pero son ambas y juntas, las únicas, que pueden elaborar un final que permite sentar a todes en la mesa a disfrutar y ser felices.

Lo que muestra que se necesita de esas dos dimensiones para una integralidad, tanto en la serie como en la vida real, somos un poco de cada cosa. Así mismo puede mostrar la necesidad de ambas formas de mujer, para un nuevo entramado feminista. Y dos diferentes formas de ser docentes para una nueva escuela.

Mucho se dice de Rita como mamá, esta temporada ratifica a la mamá libertaria, como modelo de maternidad. Pero también pone sobre cuestión los modos de construir esa mapaternidad libre, responsable y amorosa. Rita entra en algunos debates, sobre la maternidad y la paternidad de su enamorado con otra mujer.

También las formas de familia entran en cuestión. Estar embarazada pero decidir ser madre sin el padre y poniendo de pie otro tipo de familia, parece en principio un excelente modo de cuestionar los estándares conservadores sociales.

 

Una serie para ver

 

Disfrutar a esta Rita desbordada e irreverente, pero sin ir al hueso como en otros momentos, puede no ser un buen plan para algunos, pero no deja de ser una excelente invitación para pensar, permite sentirnos en licencia para reflexionar el ser docente en este nuevo mundo.

Lo que requiere más irreverencia y muchas veces, un desborde colectivo. Las exageraciones de la protagonista, nos permiten pensarnos también desde otro lugar, y preguntarnos si alguna dosis del carácter de Rita no sería necesaria para contrariar las rigideces del sistema educativo y social. Aunque más que el carácter, como socialistas creemos que las luces y sombras de Rita interpelan sobre la necesidad de organización social, colectiva y en particular política, para lograr la efectivamente esa transformación educativa que se aspira.

En definitiva, una serie para ver y no comparar con otras. No solo porque es nórdica y tiene un interesante planteo cultural propio, sino porque Rita hay una sola.

 

Andrea Lanzette

Alternativa Docente

ANCLA / MST-FIT Unidad